Paseo por el Sacromonte, Granada.
Mirar Granada en un día soleado de otoño, es como mirar lo imposible del infinito.
Su perfil de fondo, no sólo hace temblar el alma apenas perceptible… no es sólo su imagen, es su color del cielo, el tono de la Alhambra enrojecido y los árboles descoloridos.
Es entonces cuando el tiempo parece detenerse. No se puede explicar con palabras… son las propias imágenes las que hablan por sí solas.
A lomos de la muralla, encontramos esta maravillosa vista:
Y siguiendo el paseo, llegamos a la preciosa intervención del Arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas, que nos invita a entrar y tener esa implosión de luz y pequeñas miradas…
Parecen caer los rayos del sol sobre la Alhambra, alumbrándola como la protagonista principal de una escena teatral.
Un paseo para recordar, para meditar, para disfrutar… Imprescindible «medicina» para alargar la vida.