Ruta por el Río Borosa. Sierra de Cazorla
En esta ocasión, os relatamos la última ruta realizada por el cauce del río Borosa, en el paraje de la Sierra de Cazorla. Iniciamos nuestros pasos indecisos por las nubes y la llovizna, que se habían dejado ver en todo el trayecto en coche. Decidimos comenzar, y si fuese necesario, dar la vuelta en el momento en el que la lluvia tomara más fuerza.
El río Borosa es el gran protagonista en todo el trazado de este sendero perteneciente al llamado grupo de las «Rutas del Agua». Se parte desde la piscifactoría, donde hoy día se estudian especies como la trucha común (Salmo trutta), propia de aguas de alta montaña o el cangrejo de río autóctono (Austropotamobius pallipes).
Caminamos paralelos al río Borosa, afluente del Guadalquivir, y rápidamente contemplamos el Charco de la Cuna, excepcional poza con aguas color turquesa. Pasamos por el paraje conocido como Los Caracolillos, montaña de roca formada por capas de sedimentos marinos, que en la actualidad se encuentran curvadas a más de 600 msnm. También observamos el pliegue en forma de «u» del arroyo de las Truchas.
En estos primeros kilómetros la pendiente, a pesar de ser siempre ascendente, en ningún momento es excesiva. La senda cruza el río en varias ocasiones, con pequeños puentes de estructura metálica y traviesas de madera, hasta llegar a la Cerrada de Elías.
Esta cerrada es una de las parte más interesante del recorrido, en las que existen unas pasarelas de madera enmarcadas en paredes de roca por encima de las aguas del Borosa.
Al salir de las pasarelas comienza nuevamente la pista. Apreciamos una pareja de cabras comunes y al acercarnos, para nuestra sorpresa, una pequeña cabra montés buscando algo de comida de los senderistas que por allí pasábamos.
Pronto llegamos a la central eléctrica del Salto de los Órganos y a la cascada con el mismo nombre. A pesar de tener suficiente agua, no es la época más recomendable para visitar esta magnífica obra de la naturaleza.
La central eléctrica, fue construida a principios de los años treinta para suministrar electricidad a varios pueblos de la comarca.
En este punto de la etapa, acompañados del ruido del agua de la cascada, cogimos fuerzas con un tremendo bocadillo de tortilla.
A partir de la central eléctrica, la subida se hace más pronunciada, y con la barriga llena, nos cuesta trabajo recuperar el ritmo. Seguimos disfrutando de la grandeza del lugar, con exuberante vegetación, continuas cascadas y pozas de aguas claras.
Antes de llegar a la Laguna de Aguas Negras nos aguarda una última sorpresa, una impresionante montaña rocosa atravesada por varios túneles oscuros y estrechos, por los que discurren los canales que llevan agua a la Central Eléctrica. ¡Espectacular!
Compañeros de fatigas conocían perfectamente este recorrido y se adelantaron, aprovechando nuestra ignorancia y la poca luz, nos asustaron escondidos entre los recovecos que forman la rocas. ¡Ya les tocará a ellos sufrir!
Fue una zona muy bonita que no presentan ninguna dificultad pero que si recomendamos utilicen alguna linterna para evitar incidentes.
Llegados hasta aquí, cogemos la senda que nos lleva al mismo nacimiento del río Borosa, a tan sólo 300 m. En mitad del camino nos encontramos con un gusano que llama rápidamente la atención por su color verde pistacho. ¡Que belleza!
En nada nos sorprende el nacimiento con aguas que barbotean sobre la roca y crean el caudaloso río.
Retrocedemos y atravesamos la presa para continuar por una vereda bien marcada que nos conduce hasta la Laguna de Valdeazores.
La vereda se convierte en un amplio camino hasta el que, en ocasiones, acceden 4×4 y otros vehículos. Continuamos ascendiendo el camino hasta la cadena que impide el paso. Allí tenemos un coche esperándonos. Esta última parte de la ruta se nos hace más pesada, los kilómetros ya pesan en nuestras piernas y las ganas de regresar se multiplican. A pesar de todo, aún nos queda que disfrutar de extrañas formas que crea la naturaleza.
Un placer realizar esta ruta y siempre mejor en buena compañía.